lunes, 21 de mayo de 2012

Desarrollo humano en los años preescolares


(2-6 años)Desarrollo físico
Respecto al crecimiento, en esta etapa se observa un aumento regular de la talla y el peso, aunque a un ritmo más lento que en los dos primeros años. Al igual que ocurría en la infancia, en estas edades se observan grandes diferencias individuales en cuanto al crecimiento se refiere. También se observan cambios en la forma y estructura corporal.

Con respecto al desarrollo motor, también se aprecian importantes logros tanto en independencia como en coordinación. Y asistimos en estos años al desarrollo de la lateralidad, o preferencia por el uso de una mano sobre otra. La dominancia lateral implica dominancia cerebral contralateral, lo que significa que los zurdos presentan dominancia cerebral derecha y los diestros dominancia cerebral izquierda.

En cuanto al desarrollo de la grafomotricidad, en estas edades se observan los primeros garabatos, o relación entre la producción gráfica y objetos externos, y un mejor control del trazo.  
 
Desarrollo cognitivo

En los años preescolares según Piaget la inteligencia de los niños atraviesa la denominada “etapa preoperacional”. Esta etapa se caracteriza por un incremento del pensamiento simbólico, lo que permite un uso más sofisticado del lenguaje. No obstante, Piaget describe las habilidades del niño de esta etapa en negativo, y considera esta etapa un proceso de transición hacia la etapa donde se da propiamente el razonamiento lógico, la “etapa de las operaciones concretas”. Así, el niño preoperacional se puede considerar: atrapado por la apariencia perceptiva de los objetos, incapaz de relacionar estados iniciales y finales de un proceso, incapaz de usar el pensamiento reversible, razonando de forma transductiva y no lógica, egocéntrico.

No obstante, muchos autores actuales consideran que Piaget infravaloró las capacidades del niño preoperacional, y que aplicando pruebas de evaluación más adaptadas se consiguen mayores niveles de rendimiento por parte del niño.

Respecto a otras capacidades cognitivas, en estas edades encontramos los primeros signos de memoria autobiográfica, aunque todavía no alcanza la precisión de los años escolares.

En esta etapa encontramos que el niño ya es capaz de captar regularidades situaciones y empieza a agrupar el conocimiento en esquemas (conocimiento temático) y categorías (conocimiento taxonómico).

En relación al lenguaje, el niño muestra grandes progresos a nivel de sintaxis, pues la longitud y complejidad de las oraciones que forma se incrementa notablemente. Además, sigue incrementándose el vocabulario de una forma vertiginosa, de manera que hacia los 6 años poseen alrededor de 14000 palabras. En estas edades el niño empieza también a dominar las reglas gramaticales, aunque pueden cometer errores de sobrerregularización, al querer aplicarlas de forma demasiado estricta. Por último, aparece en esta etapa el habla privada (hablar para sí mismo), lo que para muchos contribuye al desarrollo de la pragmática, y se perfecciona el habla social.

Otra habilidad cognitiva que aparece en estos años es la denominada “teoría de la mente”, o comprensión de los procesos mentales humanos. A partir de los 4 años, los niños son capaces de entender que otra persona puede poner en marcha procesos mentales distintos a los suyos. Por último, otras de las capacidades cognitivas que aparecen en esta edad tienen que ver con el razonamiento probabilística y aritmético y el uso de las normas.

Desarrollo social y de la personalidad

Una vez formados los vínculos de apego, las relaciones entre los padres e hijos en los años posteriores están marcadas por los estilos de crianza desarrollados por los padres con el fin de socializar a sus hijos. Estos estilos los podemos dividir en:
Estilo autoritario, caracterizado por altos niveles de control y exigencia y escasas muestras de afecto.
Estilo democrático, caracterizado por altos niveles de control y exigencia, pero también altos niveles de afecto y comunicación.
Estilo indulgente, con bajos niveles de control y exigencia, y altas muestras de afecto.
Estilo negligente, con bajos niveles de control y exigencia y bajas muestras de afecto, lo que se asocia a patrón de abuso y malos tratos.

Respecto al desarrollo emocional, en estos años encontramos que las emociones se hacen cada vez más específicas con ayuda del lenguaje, y los niños comprenden mejor las emociones, asociándolas a contextos específicos. Respecto a su capacidad de autorregulación emocional, en estos años los niños siguen perfeccionando esta capacidad, dependiendo cada vez menos de los adultos para adaptar la intensidad y expresión emocional de forma socialmente correcta.

En los años preescolares los niños van desarrollando su conciencia del yo, aunque su autoconcepto todavía se basa en características muy concretas y poco abstractas, por lo que se considera cambiante y arbitrario. En cuanto a la autoestima, los niños se valoran en dimensiones relacionadas con la competencia física, académica, y la aceptación por parte de los iguales y de los padres.

En esta etapa los niños desarrollan la identidad de género, y a lo largo de estos años toma conciencia de que el género es un rasgo invariante que permanece más allá de la apariencia perceptiva.

En sus relaciones con otros, los preescolares desarrollan relaciones con los iguales basadas en la reciprocidad y la ayuda mutua, donde tienen cabida tanto las respuestas agresivas como las prosociales, y donde abunda el juego social sobre el individual.

Por último, en relación al desarrollo moral, los niños preescolares dan muestras de conductas morales primitivas. Según Piaget, esta etapa sería de la denominada de “heteronomía moral”, donde los niños aún no son flexibles en su aplicación de las normas, y miden la bondad del acto no por la intención sino por el resultado. En esta etapa los niños dan muestras de una obediencia y respeto absoluto a las normas de los adultos. Otro autor muy importante en el área del desarrollo moral, Kohlberg, considera que los niños preescolares se encuentran en el estadio de “moral preconvencional”, según el cual los juicios del niño se basarán en sus figuras de autoridad, pero serán reflejo de su egocentrismo y de su inflexibilidad a la hora de discriminar las buenas de las malas intenciones.

  

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